Comentario
Habiendo sido la URSS la primera potencia comunista y la antagonista fundamental de los Estados Unidos, incluso si la Perestroika no hubiera sido el primer paso hacia la segunda revolución rusa y el colapso general del comunismo, habría tenido sentido tratar de ella en el prólogo de este acontecimiento. Pero este acontecimiento crucial en la Historia de la Humanidad debe entenderse como el resultado de un proceso global con vigencia en toda la geografía del mundo. La propia dirección de la antigua URSS vivió muy pendiente de lo que sucedía en el Este de Europa y en China y también quienes estaban al frente de la política en estos países tuvieron muy presente la evolución de la vida política allí. Sólo con la Perestroika se convirtió en posible la democratización de Europa del Este y, sin duda, este acontecimiento repercutió de manera decisiva en la URSS, proporcionando argumentos a la vez a los sectores democratizadores y a los conservadores.
En cuanto a China, siempre temerosa, a pesar del reformismo de sus dirigentes, de lo que venía sucediendo en Polonia desde comienzos de la década de los ochenta, tuvo todavía, con ocasión del golpe fallido del verano de 1991, la esperanza del mantenimiento del comunismo en la URSS. La narración de cuanto aconteció en tan distantes partes del globo confirma la íntima relación existente entre todos estos escenarios de un fenómeno cuyo carácter general difícilmente puede ponerse en duda y menos aún su trascendencia.